lunes, 30 de septiembre de 2013

¿Quo vadis Cataluña?

Hace unos días tuve que viajar por motivos de trabajo a Barcelona, donde se nota que el debate sobre la independencia de Cataluña está en plena efervescencia por la cantidad de banderas desplegadas en los balcones y terrazas.



Como casi todos los debates políticos, éste también está muy polarizado entre los partidarios de una y otra posición. Durante un paseo que tuve la oportunidad de dar por la ciudad, me surgieron multitud de dudas y preguntas que planteo a continuación.

Suponiendo que el proceso independentista se ejecutara finalmente ¿cuál sería la situación de Cataluña al día siguiente?, es decir ¿qué cambiaría (mejoraría) respecto a la situación actual? Entiendo que detrás de la iniciativa hay razones económicas y políticas En cuanto a las primeras, se está diciendo que independencia es igual a progreso y que hay que liberarse del yugo del Gobierno español y del injusto sistema tributario nacional que hace que Cataluña aporte mucho y reciba poco. Suponiendo que eso sea cierto y teniendo en cuenta que no todas las zonas de Cataluña son igual de prósperas, no entiendo por qué los catalanes más ricos iban a querer ser solidarios con los paisanos menos favorecidos de su territorio, cuando probablemente este segundo grupo esté formado por personas de otras comunidades autónomas que han emigrado recientemente allí en busca de un futuro mejor. 

Otra opción es que el nuevo estado catalán no contemple el principio de solidaridad establecido en todas las democracias modernas pero, si así fuera, creo que habría que plantearlo abiertamente desde el principio. En cualquier caso ¿hay algún estudio económico riguroso e independiente que valore cuánto ganaría Cataluña con la independencia?

Otro tema curioso es que parece que el planteamiento es escindirse de España pero seguir formando parte de la Unión Europea y usar el euro como moneda. Más allá de la paradoja que eso supone ¿nadie se ha planteado que estar en la UE significa estar sometido a su política monetaria, fiscal así como a todos los reglamentos y normas que forman parte del acervo comunitario? Es decir, el "marcaje" que ahora hace el ministro Montoro al deficit de esa comunidad, se lo haría la Comisión Europea con igual o mayor intensidad. De la misma manera, la mayoría de la normativa de cualquier sector o ámbito de actividad que se tramita y aprueba en el Parlamento español viene de directivas comunitarias que no dejan más que un pequeño margen de ajuste. Pretender por tanto que, en este supuesto, la independencia traería una sobería plena es una pura quimera. 

Además, lo anterior supone que el nuevo estado catalán sería admitido directamente en la Unión Europea, aspecto que ha sido negado en varias ocasiones por la propia Comisión. La otra opción es que el nuevo estado catalán quede fuera de la UE con las (desastrosas) consecuencias políticas y económicas que eso conllevaría.

Por otro lado, se está hablando mucho del referendum y de la voluntad del pueblo a decidir pero tengo claro de qúe hablamos exactamente. En concreto ¿valdría con el voto de la mayoría o debería que estar de acuerdo todo el mundo para declarar la independencia? Suponiendo que la mayoría sea el 51% ¿qué hacemos con el 49% que ha votado en contrario? Lo que es obvio es que, aunque elevemos el quorum para la mayoría, es seguro que no todos los catalanes van a votar a favor de separarse de España. ¿Qué opción se va a ofrecer para todos esos miles de personas que voten que no? ¿Que hacemos con territorios como el Valle de Arán que también quieren ser independientes del resto?

Otra cuestión espinosa es ¿con qué criterios se hace el censo de las personas que van a votar en el referendum? Es obvio que en la decisión deberían participar todos los españoles puesto que estamos hablando de escindir una parte del territorio español. Evidentemente los partidarios de la consulta no estarán de acuerdo con ese argumento y pretenderán que sólo se pregunte a los catalanes. Aún admitiendo esa hipótesis ¿quiénes son los catalanes? ¿Son los que viven allí en el momento de la consulta, aunque acaben de llegar? ¿Deberíamos acotarlo a los censados en el territorio? ¿Habría que admitir también a los que viven fuera pero tienen o han tenido raices o vínculos con Cataluña?

Y por cierto, ¿alguien ha preguntado al amigo Ibarreche que opina de todo este lío? 

Espero que los responsable políticos que están impulsando el proceso contesten a éstas y al resto de cuestiones que se plantean con rigor y transparencia para que el debate no sea emocional ni visceral sino basado en datos e informaciones contrastadas.